La evolución biológica es el conjunto
de transformaciones o cambios a través del tiempo que ha originado la
diversidad de formas de vida que existen sobre la Tierra a partir de
un antepasado común. La palabra evolución para describir tales cambios fue
aplicada por primera vez en el siglo XVIII por el biólogo suizo Charles Bonnet.
No obstante, el
concepto de que la vida en la Tierra evolucionó a partir de un ancestro común
ya había sido formulado por varios filósofos griegos, y la hipótesis de
que las especies se transforman continuamente fue postulada por
numerosos científicos de los siglos XVIII y XIX, a los cuales Charles
Darwin citó en el primer capítulo de su libro El origen de las especies. Sin
embargo, fue el propio Darwin, en 1859, quien sintetizó un cuerpo
coherente de observaciones que consolidaron el concepto de la evolución
biológica en una verdadera teoría científica.
Dos naturalistas, Charles Darwin y Alfred Russel
Wallace, propusieron en forma independiente en 1858 que la selección
natural es el mecanismo básico responsable del origen de nuevas variantes genotipos y,
en última instancia, de nuevas especies. Actualmente, la teoría de la
evolución combina las propuestas de Darwin y Wallace con las leyes de
Mendel y otros avances posteriores en la genética; por eso se la
denomina síntesis moderna.
Según esta teoría, la evolución se define como un cambio en
la frecuencia de los alelos de una población a lo largo de las
generaciones. Este cambio puede ser causado por diferentes mecanismos, tales
como la selección natural, la deriva genética, la mutación y la
migración o flujo genético. La teoría sintética recibe en la actualidad
una aceptación general de la comunidad científica, aunque también algunas
críticas. Ha sido enriquecida desde su formulación, en torno a 1940, gracias a
los avances de otras disciplinas relacionadas, como la biología molecular,
la genética del desarrollo o la paleontología.
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