Las evidencias del proceso evolutivo son el conjunto de
pruebas que los científicos han reunido para demostrar que la evolución es un
proceso característico de la materia viva y que todos los organismos
que viven en la Tierra descienden de un ancestro común. Las
especies actuales son un estado en el proceso evolutivo, y su riqueza relativa
es el producto de una larga serie de eventos de especiación y de extinción.
La existencia de un ancestro común puede deducirse a partir
de características simples de los organismos. Primero, existe evidencia
proveniente de la biogeografía. El estudio de las
áreas de distribución de las especies muestra que cuanto más alejadas o
aisladas están dos áreas geográficas más diferentes son las especies que las
ocupan, aunque ambas áreas tengan condiciones ecológicas similares. Segundo, la
diversidad de la vida sobre la Tierra no se resuelve en un conjunto de
organismos completamente únicos, sino que los mismos comparten una gran
cantidad de similitudes morfológicas. Así, cuando se comparan los órganos de
los distintos seres vivos, se encuentran semejanzas en su constitución que
señalan el parentesco que existe entre las especies. Estas semejanzas y su
origen permiten clasificar a los órganos en homólogos, si tienen un mismo
origen embrionario y evolutivo, y análogos, si tienen diferente
origen embrionario y evolutivo pero la misma función. Tercero, los estudios
anatómicos también permiten reconocer en muchos organismos la presencia de órganos
vestigiales, que están reducidos y no tienen función aparente, pero que
muestran claramente que derivan de órganos funcionales presentes en otras
especies, tales como los huesos rudimentarios de las patas posteriores
presentes en algunas serpientes.
Las especies que han vivido en épocas remotas han dejado
registros de su historia evolutiva. Los fósiles, conjuntamente con la
anatomía comparada de los organismos actuales, constituyen la evidencia paleontológica del
proceso evolutivo. Mediante la comparación de las anatomías de las especies
modernas con las ya extintas, los paleontólogos pueden inferir los linajes a
los que unas y otras pertenecen. Sin embargo, la aproximación paleontológica
para buscar evidencia evolutiva tiene ciertas limitaciones. De hecho, es
particularmente útil solo en aquellos organismos que presentan partes del
cuerpo duras, tales como caparazones, dientes o huesos. Más aún,
ciertos otros organismos, como los procariotas las bacterias y arqueas
presentan una cantidad limitada de características comunes, por lo que sus
fósiles no proveen información sobre sus ancestros.
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